lunes, 13 de diciembre de 2010

Rodrigo López, minutos de gloria

La Historia está formada a su vez por pequeñas historias, que unidas dan lugar al hecho en mayúsculas, aquello que sobrevivirá con el paso del tiempo. En el título que acaba de ganar Estudiantes, el Apertura 2010, hay una muy especial. Un relato de lucha frente a una rodilla maltrecha y de un nombre brillantemente inscrito en el día más feliz del campeonato.

Rodrigo López es uruguayo y cuenta con 32 años en el carné y una dilatada trayectoria en su vida. De Italia a Grecia volviendo a su patria y recorriendo el continente americano. En 2008 recaló en Argentina en las filas de Vélez y ahí estuvo hasta este pasado verano. Es cuando comienza un viaje de esfuerzo recompensado. Tras incompatibilidades económicas con el club, Rodrigo López, Ro-Ro, recaló en Estudiantes de la Plata. La bienvenida, la sombra exigente de Boselli y su saco de goles.

De la exigencia futbolística no tardó en pasarse a la pelea física. Esfuerzos dedicados a salir adelante de una operación de rodilla cuya recuperación marchaba más lenta de lo previsto. El equipo mientras jugaba y ganaba, reinventándose en ataque para suplir la ausencia de delanteros centros. "Me dolió que dijeran que vine roto", confesaba Ro-Ro por la ansiedad creciente de verle recuperado. Las fechas se sucedían. Su aportación se reducía a 40 minutos, pero su bagaje se elevaba a 2 goles durante sus presencias fugaces. El deseo del ariete uruguayo al verse inmerso en una mejoría era claro: "Ahora tiene que venir lo mejor".

Y lo mejor fue excepcionalmente bueno. Esperando en el banquillo en la última jornada, veía como espectador de primera fila a sus compañeros, dispuestos a cumplir con el último paso previo para el título: ganar a Arsenal y no depender del resultado de Vélez. El marcador no se movía para Estudiantes y Vélez ganaba. Hasta que Verón, el referente pincharrata, debió marchar y surgió... Sí, Rodrigo López. 30 minutos por delante para él y Estudiantes, media hora que el 0-0 traducía en una cuenta atrás angustiosa. Demasiado poco para los necesitados, suficientes para Rodrigo. Por su rodilla, por los desconfiados, por Vélez, equipo del que se marchó y, paradojas de la vida, era con quien peleaba por alcanzar el título. Por todo, festejó como ninguno. Porque ninguno a excepción de él fue capaz de encontrar las mallas rivales. Y por dos ocasiones.

El hombre ausente se encontraba en el césped y el equipo sin delanteros hallaba los goles de su ariete. 123 minutos de Apertura para el experimentado uruguayo que al final se traducían en 4 goles. Y un doblete de campeonato.


*Fue consultada para este post la web del diario Olé argentino.

sábado, 27 de noviembre de 2010

La resistencia de Breda

Lejos de la referencia histórica y de la escenificación pictórica de Velázquez, nos encontramos en Holanda, en la particular batalla futbolística, con el NAC. Un equipo que revisiona esta temporada esa obra y da lugar a lo que podría llamrase La Resistencia de Breda.

El NAC de Breda se trata de un equipo acostumbrado a la comodidad, clasificado habitualmente en mitad de tabla, lejos de los sobresaltos. Sin embargo, esta temporada está protagonizando unos contrastres que llaman poderosamente la atención. Mientras que como visitante su rendimiento es paupérrimo, en casa se vuelve poderoso, fiable y eficaz. El balance es inequívoco: de visitante no conoce la victoria siendo un empate su mejor resultado, mientras que de local ha ganado 7 partidos de 9 disputados. Y no ante cualquier equipo. El NAC se estrenó ante el AZ y consiguió arrancar un empate en el inicio de campeonato. Más adelante cayó un Feyenoord de respetable nombre e incierto presente y, en las dos últimas semanas, se lograron las victorias de mayor impacto.

Un Twente líder cayó por 2-1 mediante un gol de Amoah en el último minuto, y ni Bryan Ruiz, Janko, Chadli, Janssen ni Luuk de Jong pudieron evitar ese desenlace. Anoche fue otro líder, en este caso el PSV, quien se marchó de Breda con amargura. Los de Eindhoven se adelantaron hasta dos veces, pero el Breda fue capaz de reponerse, remontar y, finalmente golear (4-2). Resulta asombrosa la fortaleza exhibida en el Rat Verlegh Stadion frente a la vulnerabilidad lejos de él. Un equipo éste donde Amoah lidera el ataque con 8 goles y es respaldado por los medios Schilder, Luijckx, Kolkka y Gorter, todos ellos con dos goles. En donde su fe para no desistir se demuestra con sus 8 goles marcados entre los minutos 80-90, el 36% de sus goles. AZ, Feyenoord, Twente y PSV, entre otros, saben de la dureza de Breda. Y sólo el Ajax, en el Arena, les pudo doblegar.

Un rendimiento peculiar, de enormes contrastes, dirigidos en el banquillo por la tripleta formada por John Karelse, Gert Aanderwiel y Arno van Zwam, algo también peculiar. Esta vez sí, Breda está consiguiendo resistir.

*Páginas consultadas: wikipedia y soccerway.

domingo, 3 de octubre de 2010

La exigencia no reconocida por Hodgson

Se rebela, se defiende. Pide humildad y una dosis de realismo. Los malos resultados y la preocupante imagen le obligan a pronunciarse. Lo malo es que hoy día Roy Hodgson es técnico del Liverpool y no de un equipo de pretensiones más modestas. Su mensaje, así, no parece encajar con el lugar que ahora ocupa.

Las críticas ya se suceden en torno al Liverpool, y las sensaciones que provoca su inicio de temporada son de desconfianza y pesimismo. Sin embargo, Roy Hodgson no lo entiende, y se sorprende por este estado de nerviosismo. Para ello expone dos argumentos, principalmente. Uno de ellos es que sus métodos de trabajo siguen siendo los mismos, es decir, aquellos con los cuáles el Fulham se clasificó para la Europa League (tras quedar séptimo) y posteriormente fue finalista de ella. Pero, ¿cuál era la exigencia del Fulham? Sus logros fueron una sorpresa, y ese factor de imprevisión jugó a su favor. Los rivales no le esparaban. Y eso le restaba presión. La paciencia es mayor cuando los aficionados saben que su equipo tiene limitaciones y su lucha se basa en encontrar una posición en la tabla cómoda, sin más. Y lo que se consiga más allá de eso bienvenido sea. Pero ahora está en uno de los clubes de mayor historia, en donde el éxito no es una opción, sino una exigencia que asumir. Por eso, cualquier comparación entre contextos tan distintos debe ser revisada.

El segundo punto en el que basa su defensa el veterano entrenador inglés es en la realidad en que vive el club. Séptimo la temporada pasada y postergado a jugar la Europa League, subraya la imposibilidad de luchar contra Manchester United y Chelsea, hoy por hoy por encima suyo. Cosa que sí que es cierta. El asunto es que las recliminaciones no vienen de eso, de no poder alcanzar a los dos dominadores contemporáneos de la Premier inglesa. Viene de no ser ni siquiera capaz de pugnar por las plazas Champions, de incluso caer en descenso y ser víctima del Northampton, de la Leaque Two, en la Carling Cup. No es que el equipo no llegue al notable, es que apenas roza el aprobado. Así, tampoco resulta convincente la mención a esa diferencia con los candidatos al título.

Más que explicaciones o un análisis convincente, lo de Roy Hodgson resulta más una huída hacia delante. Una forma de defender su figura con argumentos que no se corresponden con su actual equipo. La pregunta de los analistas ha sido recurrente, ¿sirve Hodgson para grandes equipos o su hábitat ideal es aquel donde dirige a clubes medianos-pequeños? Tras su fallido paso en el Inter y la situación actual esa sospecha gana peso. Y todavía más con argumentos para la defensa tan cuestionables. Son cerca de las 22,00h cuando acabo este párrafo. El Liverpool ha perdido ante el Blackpool 1-2 y confirma su estancia en puestos de descenso. Con el parón por los compromisos de selecciones serán dos semanas muy largas. "Ante United o Chelsea no, pero, ¿ante Blackpool tampoco hay que exigir?". Ahí radica el descontento.

martes, 28 de septiembre de 2010

El Bremen entendido desde la mediapunta

La locura, bellísima locura para el aficionado neutral, que Thomas Schaaf impregna a su Werder Bremen es de sobra conocida. Se trata de un equipo de autor, que no se entiende sin la influencia de su técnico. Una personalidad, la del Bremen, forjada desde 1999. Y ello, ese juego ofensivo que muy a menudo cae en juego suicida, se nutre y alimenta de un perfil concreto. Ese canalizador ofensivo que nunca falta en el dibujo del equipo que juega a orillas del río Weser: el mediapunta.

Esa figura que ya estuvo presente en 2003, el año donde se gozó del doblete nacional mientras se festejaban los goles de Ailton. Entonces el encargado de mover los hilos entre el mediocampo y los delanteros fue el francés Micoud. Suministrador de balones para el propio Ailton y para Klasnic, Micoud dejó atrás su discreto paso por el Parma y dio rienda suelta a su faceta más creativa, recordando al jugador que había sido en el Girondins de Burdeos. Luego, en 2006, el jugador rehizo su viaje y regresó al Girondins para pasar sus últimos días de fútbol. Pero el Bremen no quedaría huérfano, y contrataría al reconocido Diego Ribas.

El mediapunta brasileño había maravillado previamente en el Santos, formando una dupla diabólica con Robinho, amenaza constante para las defensas rivales. Eso le valió a Diego su salto a Europa, a un Oporto siempre riguroso para vigilar talentos y anticiparse a su contratación antes que nadie. Sin embargo, el resultado fue muy insatisfactorio, más allá de píldoras aisladas que acreditaban el talento de Diego. Suficiente, no obstante, para que el Bremen lo considerara el hombre adecuado para canalizar su torrente ofensivo. Y la apuesta salió redonda, viéndose la gran versión del brasileño. Pero la rueda no para y sigue girando, y mientras Diego agotaba su último año en Bremen Özil empezaba a ganarse un nombre. Con talento pero inconsistencia, el alemán era el nuevo catapultador de los delanteros y socio de los mediocampistas.

Ahora, sin él, la figura del enganche pervive. Una cuestión de estilo, de entender el fútbol. Siempre al ataque, dos delanteros amenazando las redes rivales y un jugador que aporte desequilibrio, asistencias e incluso goles. El turno recae ahora, quizá, en dos protagonistas. Marko Marin y el recién fichado Wesley. Más desequilibrante el primero, más sólido el segundo, son los encargados de mantener esa posición que ha ido cultivando el Bremen. Ese guía que pone orden en el desorden ofensivo de Thomas Schaff.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

El Bayern, a corriente alterna

No cabe duda que de el comienzo de temporada del Bayern está presentando más inseguridades de las previstas. El equipo, tras rehacerse el año pasado hasta llegar a niveles sobresalientes, se presentaba con pie firme esta temporada. Sin embargo, su bagaje en la Bundesliga dibuja un equipo de paso inseguro, inconstante.

Como si su funcionamiento respondiera a chispazos, a momentos aislados de verdadero poder, el equipo de Louis Van Gaal ha atravesado distintas pruebas. Momentos de debilidad y otros, simplemente, de frustración. El día del debut ante el Wolfsburgo vimos a un equipo seguro de sí mismo en la primera mitad, siguiendo la senda de la temporada precedente. Sin embargo, el cuadro se emborronó en el momento EN que el campeón de hace dos años dio un paso adelante, liderados por Dzeko. Al final, un gol in extremis de Schweinsteiger recuperó un resultado que se había perdido junto a la iniciativa en el juego. Tras ello llegó Kaiserslautern, y aunque el resultado de 2-0 fue doloroso, también fue severo. A pesar de la numerosas llegadas a la puerta rival, en especial en la segunda parte, el Bayern debió penar su falta de acierto, además del minuto de soberbia inspiración que vivió Ilicevic. Los síntomas fueron buenos, la puntería mala.

Luego se vivieron dos empates a cero, ante Bremen y Colonia, en el Allianz Arena. El Bayern seguía sin arrancar en la clasificación. Y llegó el partido de ayer, ante el Hoffenheim. Tal vez fueron los minutos más decepcionantes del equipo. Previsible, lento y sin movilidad, hubo que esperar a la segunda parte para notar una mejoría, la que propició la entrada de Olic, quien durante los primeros 15 minutos del segundo tiempo aportó precisamente aquello de lo que carecía el Bayern. Sin embargo, este efecto renovador se fue apagando hasta que el partido quedo sin dueño. Al final, sin ideas pero con empuje, los bávaros alcanzaron un nuevo triunfo sobre la hora.

Y todo ello se da con Robben fuera del equipo, lesionado. El Bayern marcha estos días a tirones, y Robben habría sido ese jugador capaz de suministrar las descargas adecuadas a los rivales. Recargar el mecano bávaro para que marchara menos tambaleante. Sin él, el equipo va a media luz. Con los chispazos de Müller, cierto, pero chispazos que son importantes pero no siempre suficientes. Sin el holandés y ahora también sin Ribery, al Bayern le toca encender el interruptor.

martes, 17 de agosto de 2010

Los catedráticos de Old Trafford

Vivimos en los tiempos de la velocidad, de la impaciencia. De ahí que se valore enormemente la precocidad. En el fútbol parece que solo existe el hoy, el mañana ya es desfasado, desechable. Buscamos continuamente genios precoces, chavales adolescentes que deslumbren por su juego. Parece que aquél que no haya despuntado a los 25 ya no sirve, o que aquél que supera la treintena, aunque ya haya demostrado su valía, debe dejar el paso a los más jóvenes. Una rueda que gira y gira sin opción a que se detenga, que no entiende de sentimentalismos. ¿Reflejo de una cultura consumista?

Por suerte, lo puro vence a cualquier tendencia, a cualquier superficialidad. Por suerte, aún gozamos de jugadores rebeldes ante la tendencia. Jugadores empapados de calidad y clase, que suman con los años experiencia y sabiduría. Atributos que golpean en la cara de aquéllos que sólo pueden ver en los años razones para jubilaciones anticipadas.

Las temporadas de sir Alex Ferguson en Old Trafford se acumulan con tanta naturalidad que parece que el tiempo no pasase. Y como miembros ejemplares de esa inmortalidad, Paul Scholes y Ryan Giggs siguen sentando cátedra. Siguen enseñando en los mejores auditorios del mundo del fútbol. Y como espectadores privilegiados, encontramos la audiencia que cada dos semanas busca acomodo en el Teatro donde dos tipos hacen realidad los más bellos sueños.

Anoche el United debutó en la presente Premier League superando a un Newcastle de regreso a la élite (3-0). Scholes volvió a ser el mejor, como en la Community Shield, dando una lección de pases y dirección de juego. A eso se sumó la jugada del partido: el pase del pelirrojo para que Giggs, entrado en la segunda parte, anotara un gol, como ya ha hecho al menos una vez en las 18 ediciones anteriores de la Premier League.

Una conexión entre dos ejemplos calzados con botas de fútbol, dos tipos cuya suma de años es sinónimo de suma de sabiduría. Las canas, también, son imprescindibles en el fútbol.

miércoles, 16 de junio de 2010

Josimar, 24 años después

Una anomalía rodeaba a Brasil. Bajo un fútbol y una cultura en donde los laterales son parte natural del juego ofensivo, los laterales derechos habían acumulado una deuda que con Cafú entre medias aún no se había saldado. Hasta ayer. Tras 24 años, un lateral derecho volvía a ser goleador en una Copa del Mundo. Ayer, Maicon actualizó ese logro y con ello recuperó a Josimar.

Que Josimar Higinio Pereira tuviera inscrito su nombre en la historia de Brasil se debe, como muchas veces, a una mezcla de méritos propios y de casualidades ajenas. El lateral vio su participación en México 86 con tanta sorpresa que en un primer momento pensó que se trataba de una broma. Y no sólo fue inesperado para él, sino también para la mayoría. Con dos nombres que en principio se anteponían, Leandro y Edson, el concurso de nuestro lateral era imprevisto. Pero Josimar, de 24 años, vio cómo Leandro no viajaba a México por discrepancias con su seleccionador mientras que Edson sufría el infortunio de una lesión. Ahí estaba él, bajo un foco mundial donde mostrar sus cualidades tal y como venía haciendo en su club, el Botafogo.

Y no desaprovechó esta oportunidad para asombrar con sus misiles con la derecha. Como el que incrustó el balón en la escuadra de Irlanda del Norte en el último partido de la primera fase, el primero de los dos goles que vería el Estadio Jalisco de Guadalajara. Y llegaron los Octavos de Final frente al Polonia, a donde se remonta este pequeño recuerdo, este pequeño capítulo en la reciente historia canarinha. Fue una cabalgada, un acto de osadía y fe en donde pisó área, apuró y cuando no se esperaba el balón salió rabioso y directo a la portería polaca. Sí, casi un calco al gol de ayer de Maicon, lo que eleva el gol contra Corea del Norte a casi homenaje. Y aún se podría haber redondeado más el hecho si en lugar de ser 15 de junio hubiera sido 16 (fecha de ese Brasil-Polonia).

Esos dos tantos en México fueron los únicos que finalmente cosechó Josimar con Brasil en 16 internacionalidades. Tras el Mundial prosiguió en el Botafogo tras unas tensas relaciones que venían de atrás y que no duraron mucho más. En el 88 dio el salto España, al Sevilla, en una experiencia de un año. Tras ello, una sucesión de equipos adornaron su carrera. Y hoy lo vemos de nuevo en el Botafogo, esta vez como miembro del cuerpo técnico. Sin duda, éste era el Mundial propicio para encontrar sucesor a Josimar, con Maicon y Dani Alves como inmejorables candidatos. El del Inter se llevó el premio y, nosotros, el recuerdo de unos de los muchísimos capítulos en la Historia de los Mundiales.

lunes, 14 de junio de 2010

Green, su fallo y distracciones

Robert Paul Green se ha convertido en el nombre de esta Copa del Mundo. En el alimento ideal y propicio para esa prensa inglesa sensacionalista, esos tabloides que buscan la fatalidad ajena para el beneficio propio. Una burla, un desprecio incluso, que omite muchos pequeños debates. ¿Cómo no se consigue que Gerrard y Lampard se compenetren? ¿Cómo el gran goleador inglés, Rooney, debe abandonar el área para casi vestirse de centrocampista? ¿Cómo no hay alternativa mejor para la izquierda que Wright-Phillips? Muchos detalles, muchos matices ocultos. Para qué moderar la críticas y extender responsabilidades si Bob Green lo ha puesto tan a huevo.

No puedo dejar de preguntarme por qué todo el mundo recordará el fallo en el 1-1 y no su acierto para evitar el 1-2. O por qué nadie culpará a Heskey por fallar ante Howard con la misma saña con la que se culpa a Green. Sí, ya sé cómo está montado el fútbol, ya sé que el puesto de portero es especial. Pero aunque predique por el desierto mantendré firme la convicción de que nadie debe cargar con más responsabilidad de la justa, ni que otros se vayan de rositas.

Inglaterra no empató por Green. O mejor dicho, no empató sólo por ello. Empató porque Gerrard y Lampard jugaron más retrasados de lo normal, desnaturalizados y perdiendo la influencia de sus clubes. O porque Wright-Phillips fue el elegido para atacar por la izquierda, mostrándose en esa banda como un jugador ortopédico. O porque relacionado con lo del mediocentro, el mejor atacante de Inglaterra debió hacer lo suyo además de armar el juego. Son muchos los factores que condicionan el desarrollo de un partido, unos más evidente y otros menos. Por ello defiendo hoy a Green, porque uno se harta de que un portero sea ridiculizado mientras que los medios que no crean juego o los delanteros que arruinan ocasiones pasen de puntillas. Que cada uno se haga responsable de lo suyo, ni más ni menos.

jueves, 10 de junio de 2010

Francia debate sobre su apariencia

Ya estamos, ya llegó. Es la víspera del comienzo del Mundial y cuatro selecciones esperan para inaugurarlo. Sudáfrica, la anfitriona que siente la cita como una fiesta pero también como una oportunidad con un plus de responsabilidad por ese rango que posee. México, que de la mano de Aguirre apuesta por la posesión, la elaboración, jugando siempre en campo contrario y cuyo peligro puede ser acumular ocasiones y méritos y carecer de acierto y goles. Uruguay, lejos de ser candidata real pero que mantiene vivo el espíritu y el orgullo charrúa con un Forlán hambriento. Y Francia, ay Francia. Pero sobre todo, ay Domenech.

Han sido días de debate en torno a les bleus. Debate futbolístico afortunadamente, lo cual siempre resulta enriquecedor. El motivo, saber bajo qué sistema y qué jugadores empezaría Francia a defender su status de selección grande. Jugadores que entran y salen de la alineación y con ello, sistemas tácticos que pueden variar. Hasta ahora, Raymond Domenech se había fiado del 4-3-3, una vez superada la Fase de Clasificación, en los tres partidos preparatorios, pero China y su victoria sembró la sombra de la duda y la oportunidad del cambio. Una derrota ésta de Francia perturbadora para una autoconfianza que ya se podía suponer bajo mínimos, con jugadores además que no acaban de convencer, caso de Govou.

En cuanto a los jugadores y las preguntas al respecto, una frase unánime: "El entrenador elige cómo jugar y nosotros debemos adaptarnos a ello". Así lo expresó Alou Diarra ante la opción de emplear un 4-2-3-1, añadiendo que "sin decir que el 4-3-3 sea mejor sí necesitamos un tiempo para adaptarnos a ese posible cambio". Con el Mundial ya encima, es decir, precisamente sin tiempo, parece muy arriesgado cambiar ahora de sistema. Domenech confesó que la opción de variar el sistema era real y admitía una preocupación en torno al 4-3-3: "Con él somos más ofensivos, pero si no lo desarrollamos bien nos puede hacer vulnerables." Parece que al final tras dudas, incertidumbres y reflexiones será la solución más innovadora la que tome un técnico precisamente poco ortodoxo, manteniendo el más reciente 4-3-3. Con ello, la alineación prevista sería la formada por Lloris; Sagna, Gallas, Abidal, Evra; Toulalan, Gourcuff, Malouda; Govou, Anelka y Ribery.

Al final se caerían Henry y Diaby, apuestas de muchos, uno por su ascendencia sobre el grupo y una hoja de servicios que pesaría más que su decadencia, y otro por su buen rendimiento y la consistencia que podría dar formando con Toulalan. Por lo demás, Malouda seguiría de interior en el mediocampo en lugar de extremo, lo cual ha convencido tan poco como la presencia de Govou, cuyas mejores cabalgadas en el Lyon quedan ya lejos. Esta es Francia, con sus virtudes y carencias pero, sobre todo, con sus dudas. Las dudas de la Francia futbolística sobre el seleccionador, las dudas de Domenech sobre cómo desplegar a su equipo. Y, como siempre, será el balón, cuando ruede, quien elimine interrogantes o los multiplique.

domingo, 23 de mayo de 2010

Delantero de goles, goles de títulos

La sensación que emergió fue inequívoca. Ese 0-2 era más que un gol, más que un pasito hacia el título, más que la coronación de Mourinho como nombre de moda. Ese gol era la máxima expresión de un delantero excepcional, maravilloso. Fue un grito en el aire. Fue un movimiento sin réplica, una cadera, la de Van Buyten, desencajada antes de encarar a Butt y superarle con sobriedad.

Ese es Diego, de apellido Milito, capaz de pelearse con los centrales y siempre dar la seguridad de que va a ganar el duelo. De proteger el balón, cederlo y rápidamente buscar la devolución. Eso fue el 0-1, con la colaboración de Snejder. Y del otro modo fue el segundo, apoyándose esta vez en sí mismo, en su talento y su fe.

Esa fe y talento que le ha hecho goleador del Inter, que le mantuvo arriba en Liga con un saco de goles y quien confirmó el Scudetto contra el Siena en el último día liguero. Quien cazó la Coppa con una cabalgada inalcanzable y una definicón impecable. Quien agitó al Barça, asistiendo y marcando, yendo y viniendo. Con los goles de Milito el Inter peleó por cada título y con ellos se han podido levantar. Roma, Siena y Madrid, días claves donde el argentino dio sentido a la red trenzada por Mourinho.

Sin el balón el Inter lo define Mourinho y su estrategia. Con la posesión, todo gravita alrededor de Milito. Socio perfecto con compañía, dosis de oxígeno en solitario. El Inter campeón, el del triplete no puede entenderse el uno sin el otro, sin el portugués y sin el argentino. Son el principio y el fin de estos éxitos. Milito, El Príncipe, alcanzó al menos el rango de Rey en el tablero de Mourinho.

domingo, 9 de mayo de 2010

La variabilidad de cinco minutos

Es interesante ver cómo sentimientos muy contrarios, nada cercanos, llegan a tener un vínculo tan próximo. Cómo esa barrera que los separa resulta tan frágil. Exultante alegría y profunda tristeza. Y entremedias un instante de expectación, un segundo de suspensión hasta la reacción debida. Un logro capaz de ser provocado por el fútbol, en especial si hablamos de una penúltima jornada de Liga.

Baste un ejemplo. Tres campos, seis equipos y siempre un hilo que los une. Minuto 67 de partido. En Sevilla el Barcelona camina con suficiencia hacia el título, con un 0-3 que le reafirma como líder. Mientras, el Madrid se intenta rebelar contra el 1-1 que le haría despedirse de la Liga. Y unido por un cordón invisible A Coruña late al ritmo del Sánchez Pizjuán: el Mallorca y su milagrosa trayectoria sacan un punto que se muestra fenomenal gracias a la alianza indirecta con el Barça.

Es entonces cuando, como si fuera una obra teatral, el escenario se transforma. Se apagan las luces y se vuelven a encender. Minuto 68 y todo se descoloca para reordenarse. Cambios que hacen que todo siga igual. Riki perfora la portería de Aouate y, como si de una caprichosa casualidad, el dolor del Mallorca se vuelve esperanza en el Sevilla con un gol simultáneo de Kanouté. A su vez, el Barcelona ve que la alfombra roja debe esperar, que llega el 2-3 cuando aún no entiende aún el primero y que en el minuto 72 Higuaín marca y el Madrid se libera.

Todo se reajusta, se reequilibra, y lo que eran destinos que se estaban decidiendo se convierten en un espejismo burlón. El Madrid resiste, el Barça aguanta con susto incluido y el Mallorca ve la Champions como algo más lejano. Cinco minutos locos, de cambios, bellos, emocionantes. Una fila de fichas de dominó que puso en acción Riki y concluyó con la ficha de Higuaín. Destinos cruzados, en definitiva. Destinos que se mueven por lo que hacemos y por lo que no controlamos. Y los hilos comunicantes se multiplican en los otros siete partidos de la noche de ayer, para continuar el próximo fin de semana. Disfrutemos con esto. O suframos, si acaso podemos llegar a separar ambas emociones.

jueves, 29 de abril de 2010

Entender el problema y aplicar la solución

El fútbol, fuente inagotable de debates, presenta desde anoche uno nuevo: el planteamiento del Inter y de Mourinho en el Camp Nou. Aunque realmente el fondo del debate es cualquier cosa menos novedoso. Esa discusión sobre los estilos y los medios empleados para ganar un partido pueden ser de los temas más recurrentes en las tertulias futbolísticas.

Para empezar, todos debemos hacer un ejercicio de amplitud de miras y entender que hay distintos caminos hacia el éxito, cada uno con su propia belleza más o menos evidente. Entiendo que análisis tan negativos como que el Inter ayer ensució el fútbol con una apuesta tan defensiva son análisis extremistas, que las cosas no son blancas impolutas ni negras tenebrosas, sino que hay una gran variedad de grises. El ejercico defensivo aplicado ayer requiere de una concentración tan alta y una coreografía tan coordianada que, algo así, nunca puede ensuciar el fútbol. Incluso lo embellece al introducir variantes y riqueza en las muchísimas variables que entran en juego a lo largo de la temporada. Se equicocarán aquellos que intenten definir despectivamente a Mourinho por el planteamiento en Barcelona. El partido de ida o el jugado en Stamford Bridge, los cuales no deberían ser obviados, les contradicen.

El Barcelona apuesta por un guión, por una bella forma de entender este deporte: jugar mientras se compite. Y, gracias a una excelencia quizá nunca vista, han entrado en el selecto club de esos equipos que quedarán en la memoria. Como contraste, el Inter de Mourinho es capaz de mutar, tener varios guiones y aplicar el debido para partidos como el de la pasada noche: competir mientras se sobrevive. Así sí se define este Inter, no como un equipo mezquino, sino desde el convencimiento de que en el fútbol se presentan variados problemas, y por tanto, a cada problema distinto se le debe aplicar un solución diferente.

Dentro de ese desinterés indisimulado por el balón está la crítica por no haber querido buscar el área de Valdés. No lo hizo porque no quiso, porque en la cabeza de Mourinho no se jugaba un partido, se definía una eliminatoria. Y en ella ya habían conseguido tres tantos. El trabajo ofensivo estaba hecho, quedaba proteger la portería propia, levantar esa muralla para confirmar el 50% restante. En definitiva, sacrificó jugar un partido para ganar una eliminatoria.

Ahora bien, toda esta defensa a los medios dibujados en la pizarra de Mourinho parten de la premisa de entender el planteamiento como un recurso concreto a una situación concreta. No sería soportable un equipo que se definiera continuamente como ultradefensivo, pero sí es inteligente saber cuándo tu mejor opción puede pasar por serlo, o que al menos tienes esa carta a tu disposición.

lunes, 26 de abril de 2010

El tiro en el pie del Hamburgo

Bruno Labbadia era el nombre, y el declive del Hamburgo en la Bundesliga la razón que hacía de su continuidad en el club algo incierto. Al menos así era hasta ahora, cuando el 5-1 del Hoffenheim ayer ha traido la certeza a esos interrogantes: Labbadia ha sido destituido hoy como entrenador del club hanseático. Se acaba así con una etapa, pero se inicia lo que puede ser un error de cálculo fatal.

Desde el club podrán dar muchas explicaciones de por qué era necesario un cambio en el banquillo, pero lo que no podrán explicar nunca, o no podrán hacerlo con convicción, es el momento elegido para ello, a dos pasos de terminar la temporada. Una acción que parece alimentada por la impaciencia y la incapcidad de esparar a final de curso para tomar, entonces sí, la decisión que se considerara oportuna. Y se dirá, ¿por qué este es tan mal momento? Veámoslo. Para empezar, el Hamburgo está en medio de un reto duro y maravilloso, llegar a una final europea que además se jugará en su propio estadio, y para ello deberá superar en Londres al Fulham en el partido de vuelta. Un partido éste pleno de exigencia tras el 0-0 de la ida. Así, uno piensa en los desbarajustes que la salida de Labbadia puede suponer en torno a los jugadores. Resulta incomprensible que desde el propio club se haya provocado esta inestabilidad ante una cita tan delicada.

Pero esta crítica al momento elegido para la destitución no se debe sólo a la Europa League. Pensando en el caminar del Hamburgo en la competición liguera, tampoco aquí se entiende qué busca el club con el cambio: el Hamburgo, a falta de dos jornadas, no puede escalar más posiciones y los puestos europeos están imposibles matemáticamente. Es decir, ya no hay margen de mejora.

El club ha decidido designar a Ricardo Moniz como técnico en estos últimos suspiros. A falta de tres días de la cita en Londres, antesala de lo que podría ser una noche y una final históricas, en los despachos se ha considerado incapacitado a Labbadia para afrontar este reto cuando con él el equipo ha llegado hasta aquí. Con las cartas de la Bundelsiga ya echadas, sólo quedaba el sueño europeo. Y con este paso en falso se lo han podido cargar, por no esperar tres o cuatro míseros partidos, por tomar una decisión que nunca podrá arreglar la situación liguera y sí podrá estropear las opciones de un Hamburgo campeón europeo en su propio terreno de juego. Un tiro en un pie, en definitiva. O en los dos.

miércoles, 21 de abril de 2010

Un ejercicio de supervivencia

Los tópicos del fútbol, como los de la vida, tienden a ser explicaciones superficiales y con un rigor cuestionable. Comodines para evitar ese análisis más extenso y con más matices que se evita por pereza o por comodidad. Uno de esos tópicos archiconocidos relata que el fútbol es un juego donde se enfretan 11 contra 11 y al final ganan los alemanes. Y aunque como tópico que es está lleno de ejemplos que lo contradicen, por esta vez vemos un ejemplo práctico de ello.

Y lo vemos en el Bayern, y lo temen en el Olympique Lyonnais. Si de algo ha podido presumir Van Gaal y el equipo que comanda ha sido de su capacidad de revivir cuando más débil tenía el pulso. O cuando más débil debía tenerlo. El camino hasta las semifinales ha estado rebosante de emociones fuertes, de pronósticos rotos. Tres noches con características comunes. Primero, la necesidad de evitar la caída fuera de casa (Turín, Florencia y Manchester). Luego, el esfuerzo extra de remediar en esos mismos partidos unos resultados parciales desfavorables (1-0, 3-1, 3-0, respectivamente). Y ser capaces, finalmente, de agarrar ese gol que valía si no para evitar la derrota sí para alcanzar la clasificación. Apabulló ante la Juventus, 1-4, en un duelo directo por la segunda plaza con los turineses. Y con ayuda de sendos 2-1 en los partidos de ida hizo buenos un par de 3-2 contra Fiorentina y United. La fe representada en Olic, valioso desde la perseverancia, o la pegada dibujada por la zurda de Robben mantuvieron al Bayern de pie.

Muchos pensarán hasta cuándo llegará esa capacidad de vivir al límite. De momento, ha dado para que el Bayern esté entre los cuatro mejores del contienente. Así, en estos días, la frase de Gary Lineker en el calor de unas semifinales perdidas allá por 1990 tiene a un equipo que la revaloriza.

lunes, 19 de abril de 2010

El Inter-Barcelona de los laterales

Como en un guiño caprichoso del destino, esta Champions no sólo deparó el regreso de Eto´o al Camp Nou escasos meses después de su marcha (y lo mismo en dirección opuesta en caso de Ibra), sino que ofrece la reedición de ese duelo para alegría de los aficionados más voraces. Y efectivamente, a ese simbolismo vivido en la fase de grupos se le une el dramatismo de una eliminatoria: en la vez anterior caer era doloroso, pero no definitivo, mientras que ahora la apuesta sobre el tapete no admite resoluciones intermedias. Lo que se pone en juego en el lapso de dos capítulos es el deseo de ser pioneros en repetir título, por un lado, y en dejar en el olvido frustaciones pasadas y dar paso a una grandeza escrita en presente, en el otro. Y todo ello con el lazo de unión que suponen Eto´o e Ibrahimovic, dos espíritus rebeldes con necesidad continua de demostrar que son tan buenos como el que más.

De rebeldes se hablaba, y para ser un jugador clave en ataque partiendo de la defensa (del lateral para precisar) hace falta rebeldía. O en este caso ser brasileño. Porque ese será el otro duelo del Inter-Barça, uno que puede quedar semiolvidado por las largas sombras de los delanteros. Ambos atesoran una influencia en el juego ofensivo impropias de defensas. Capaces de ofrecer una salida al compañero que lleva el balón, de armar jugadas mientras desarman líneas rivales, y sin renunciar a vestirse de delanteros. Alves cuenta con la armonía que suele ser el Barça, con socios como Xavi y Messi para explotar sus cualidades. Maicon permuta, yendo y viniendo como el culé, como un martillo pilón que se emplea con tanta potencia como precisión. Alves te sorprende; Maicon te atropella.

La bendición de Dunga es que ambos sean brasileños. Claro, quizá si no fueran brasileños tampoco serían lo que son, no habrían mamado esa genial anarquía que invita al ataque y descuida la defensa. Eso sí, cuántas veces se habrá preguntado por qué uno de los dos no pudo ser zurdo. Hablaríamos entonces de algo similar a la cuadratura del círculo. Pero son lo que son, diestros que tienen carnet de laterales y alma de extremos. Algo de lo que sabe mucho Brasil.