miércoles, 5 de septiembre de 2012

El correctísimo Arsenal de Anfield

No resultaba sencilla la actualidad del Arsenal. El equipo había empatado a cero sus dos primeros partidos de Premier, ambos ante rivales inferiores como Sunderland y Stoke. Eran dos puntos en el casillero que sabían a cuatro perdidos. No se había marcado, y por cada ocasión fallada resonaba un eco de lamento en el vacío dejado por Van Persie, quien a su vez no había tardado en marcar su primer gol con el United, ante el Fulham. Sin operaciones en el final del mercado y cuidando los balances financieros, tocaba ver, con expectativa, cómo se desenvolvería otro año más el grupo de Wenger. Bajo este contexto el Arsenal visitaba Anfield, midiéndose a un Liverpool también falto de resultados en el inicio del proyecto de Rodgers.

Y ganó, con un destacado ejercicio de sobriedad. Y ese resultado y esas formas parecen hacer menos dolorosos los empates anteriores, facilitan dos semanas de tranquilidad y dan confianza para jornadas próximas. No se trata de exagerar las implicaciones de un resultado, de una tarde. Es plantear esta actuación de los de Wenger como una base para la consolidación y hasta para el crecimiento.

El Arsenal triunfó el pasado domingo en Anfield por dos motivos. No solo fue importante su corrección colectiva, jugando bien la pelota, juntando líneas y cerrando espacios, sino que marcó diferencias su medio del campo, con solvencia y criterio. Con Wilshere fuera, síntomas así son importantísimos. Arteta fue el perfecto eje, con colocación, ayudas y un primer pase sereno para comenzar a jugar. Diaby cruzaba líneas y encontraba espacios. Su despliegue fue constante, su toque sencillo pero claro y acertado, limpiando las jugadas. Finalmente, Cazorla daba desequilibrio con sus pases tan precisos como bien pensados. Dinámico y participativo, además de definitorio con su asistencia y su gol, con él se cerraba un triángulo que resultó complementario y certero, dueño de un partido que un Liverpool escaso de intensidad no pudo decantar. Era un duelo basado en la posesión de balón que ambos buscan, y ahí el Liverpool discutió la posesión en términos porcentuales, pero no el juego. Tuvo un toque monótono y demasiado previsible, con Sahin víctima y contagiado de esa tibieza en el día de su debut.

Ahora se pausan las Ligas y enseguida asoma la Champions. Vienen dos semanas que pudieron ser agrias para el Arsenal de haber sufrido un mal resultado, pero que serán de una confianza tranquila gracias al convencimiento en el juego y al triunfo en el marcador. Con City y Chelsea a la vuelta de la esquina, el valor de neutralizar dudas incipientes ha sido el primer éxito.

sábado, 23 de junio de 2012

El Khedira alemán

De Alemania podemos destacar bastantes cosas. Podemos escribir sobre la eficiencia de Mario Gómez, la perdurabilidad de Klose, la creatividad de Özil o las travesuras de Reus. Tampoco nos podríamos dejar las salidas desde la banda del capitán Lahm o la seguridad y limpieza de Hummels en sus intervenciones. Pero con todo, y sobre todo, el impacto me lleva a otro punto de interés. Khedira. El centrocampista está dejando atrás las miradas grises y críticas para cambiarlas por otras limpias y claras. Ayer fue el culmen, con Alemania reservando sitio para semifinales a costa de Grecia (4-2). Además de su actividad y soltura firmó un gol desgarrador, de llegada, potencia y confianza. Así se podría definir su torneo.

Sus prestaciones son en sí mismas destacables, pero la temporada que ha precedido a la Eurocopa multiplica, sin duda, la fijación por este Khedira de la Mannschaft. Un jugador que transmite muchas cualidades ocultas en su club. Frescura y atrevimiento, para empezar. Llega al ataque, resulta incontenible y no deja de ofrecerse. Revitalizado en sus acciones e intervenciones, no deja de proponer. Ataca, ve buenos pases y arriesga con ellos. Y lujos técnicos como algún que otro taconazo se interpretan como signos de su comodidad y la confianza en sí mismo.

Protegidas sus espaldas por Schweinsteiger, se desliza en terreno rival. Pero además de sus efectos directos está su influencia colateral. Como un atacante más, se convierte en un elemento de distracción extra para las defensas y facilita la desatención hacia sus compañeros Özil, Müller o Reus.

Es una transmutación. La contención le enfriaba y la libertad le está reanimando. Es el Khedira de Alemania, como también lo era el del Stuttgart. Un andamio como madridista que se articula de modo conmovedor estos días. Un tractor que hoy es tuneladora. Sami participa y acierta. El balón no incomoda, sino que es buscado. Incide y disfruta. Y con él, vamos disfrutando el resto.

lunes, 2 de abril de 2012

Stramaccioni y un Inter agitado

Con la visita del Genoa a San Siro, ayer también se esperaba al bautismo interista de un novel preparador: Andrea Stramaccioni. El que es ya tercer entrenador de Moratti esta campaña tras Gian Piero Gasperini y Claudio Ranieri supone además el quinto en los dos últimos años, añadiendo a Rafa Benítez y Leonardo. Un desfile de técnicos frente a la insatisfacción de ver resquebrajarse al equipo que fue tricampeón con Mourinho. Así, y con una actual trayectoria paupérrima del conjunto, en donde hasta el domingo sumaba tantas victorias como derrotas, 12, llegaba un nuevo reinicio.

De solo 36 años, el romano Stramaccioni expone en su presentación popular su imagen juvenil y elegante y su hacer victorioso. En las horas donde Ranieri decía adiós al equipo, un epílogo que fue escrito con la derrota ante la Juve en el derbi de Italia, el todavía desconocido Andrea llevaba al juvenil del Inter a ganar la Next Gen Series, una aproximación de Champions League Sub-19, frente al Ajax. Era el reverso de un fin de semana poco dichoso.

Con Snejder todavía lesionado y Ricky Álvarez también renqueante, la presentación de Strama partió con un 4-3-3. Con Stankovic de sostén en el eje, Cambiasso y Poli percutían desde los interiores. Más arriba, Zárate y Forlán ocupaban el ataque a lo ancho y Milito aguardaba al remate. Pero la naturaleza de los tres les llevaba al interior y provocaron alternancias. Zárate miraba la portería rival desde la bota zurda, y eso permitía pasillos tanto para Poli como para las arrancadas de Zanetti. Mientras, Forlán y Milito se intercambiaban. Entre ellos llegó el 1-0, cuando el uruguayo centró al cabezazo certero del argentino. Era un Inter de aires limpios, más oxigenado y relajado. Iniciativa en el juego y voluntariedad para el ataque, los jugadores se buscaban y se encontraban. Del Genoa poco que decir. Inconcreto arriba, exceptuando la determinación de Palacio, y permeable atrás, solo se oponía mediante los saques de esquina. Con uno marcó Moretti, aunque Milito y Samuel habían añadido dos goles a los locales.

Tan plácido parecía todo que el desorden se desató sin que se pusiera fin. Desbordante. Si un plano arquitectónico requiere de irrenunciables cimientos para que la obra sea real y tangible, el Inter aclaró en este tramo la falta de esa robustez. Acabó sumido en la locura, en el caos que origina su actual inconsistencia. El Genoa, con dos meses sin victorias, no necesitó de apenas un pequeño aumento de intenciones para apropiarse de la iniciativa. El Inter replegó, y el paso atrás propio y el adelante ajeno hizo ausentarse el vigor del primer tiempo. La sucesión de penaltis en ambas áreas, con rojas incluidas, dejó un entretenimiento con ráfagas de provisionalidad.

La derivación del partido fue tal que lo que surgen son interrogantes e indefiniciones. Si el remolino neroazurro está aún a tiempo de solucionarse, con las miras a Europa y la esperanza de la Champions 2012-13, será algo que habrá que comprobar. De momento, en el primer partido, la naturaleza del equipo sometió a Stramaccioni, salvando al menos la victoria. Ello enlaza muy bien con sus declaraciones posteriores: "El partido lo ganaron los jugadores". El romano experimentó las grietas que sus antecesores no supieron reparar. El siguiente intento le toca a él.

viernes, 6 de enero de 2012

Tres relatos de contrastes e ilusiones

Cuando se reanuda el fútbol francés tras las Navidades lo hace con la Copa, en donde todos los equipos de Primera debutan en la competición y se juegan a una carta la presunción de superioridad que les pertenece frente a rivales inferiores. En esta ronda, los 1/32 de Final, las historias más anónimas embellecen este alegato igualitario que es todo partido de Copa. Las diferencias de categoría, presupuesto y masa social se difuminan. La Copa integra. No mira estatus y solo valora méritos. Son duelos generosos, que sin jugarse ya regalan comentarios a los desconocidos. Y he aquí tres relatos, siempre con la ilusión de la mera experiencia por venir, por traspasar, por unas horas, los límites locales y llegar por prensa y televisión a toda Francia.

Locminé St. Colomban-PSG. Domingo 8 de enero, 17.30h.
Encontrar la esencia de una Copa es trasladarse a la Bretaña francesa. Allí, un equipo de la CFA 2 (Quinta división) se medirá al líder de la Ligue 1, además de club más mediático de la actualidad. Locminé vive bajo la expectación y el verde y rojo del equipo invade la localidad. La modestia es tal que para el evento se trasladarán al estadio Moustoir, del vecino Lorient. Todo es poco para la cita, histórica: su club se medirá por primera vez a un conjunto de la máxima categoría.
En el equipo asoma Maxime Randuineau como icono del contraste. Un joven de 22 años, nacido cerca de París, que compagina fútbol y estudios. Enfrente, la opulencia parisino-catarí. Él y su entrandor, Didier Noblet, se conocían previamente del Vannes, club al que ambos precisamente debieron eliminar para que ahora vivan esta celebración. Y Noblet adelanta: "Debemos disfrutar del momento. Que no se nos olvide que volveremos al anonimato de la CFA 2, a menos que...".

Red Star FC-Olympique de Marsella. Sábado 7 de enero, 20.45h.
El Red Star, de los suburbios de París, juega en la National (Tercera categoría). Pese a la humildad de hoy, el equipo verdiblanco posee cinco títulos de Copa: cuatro de ellos logrados en la década de los veinte y la quinta en 1942. Además, fue miembro de la primera Liga disputada en Francia en la temporada 1932-33. Como el mismo Marsella, por cierto.
Pero aparte de ese vínculo nostálgico, hay otro elemento común que servirá de punto de unión. Se trata de Steve Marlet. Exjugador del Marsella y exinternacional francés, está a solo cuatro días de cumplir los 38 años. De su amplio bagaje quedará esa Final de UEFA en 2004, cuando, contra el Valencia, fue titular compartiendo delantera con Didier Drogba. "Nuestro único objetivo es permanecer en National. Contra el Marsella, como alguien experimentado, mi función será controlar las emociones, canalizarlas". Las suyas serán naturales, al igual que sus recuerdos son inevitables. "Jugué en el Marsella, ahora estoy en el Red Star (su club de formación), será en el Stade de France...".

Lyon-Duchére-Olympique de Lyon. Domingo 8 de enero, 17.30h.
La ciudad de Lyon tendrá la oportunidad de celebrar un derbi por todo lo alto. El Lyon-Duchére, de la CFA (Cuarta división), se medirá al Lyon, gigante de la ciudad y recientemente monarca del fútbol galo. Gerland los acogerá.
Para descubrir al Lyon-Duchére podemos advertir que por él pasó Eric Abidal en el inicio de su carrera. También, que el club fue felizmente noticia en 2006 al llegar a los Octavos de la Copa tras eliminar a dos equipos de Primera: Toulouse y Estrasburgo.
El corazón de la ciudad por sus dos hijos es una carta que también se juega. La identificación con el menor es incitada por su técnico, Eric Guichard: "El 80% de la plantilla está formada por jugadores de la ciudad, cosa distinta al Lyon". De 48 años, el entrenador fue jugador del grande lionés hasta 1989, año del ascenso del equipo a la Ligue 1. Será una festividad local, e incluso un preámbulo. Y es que el siguiente partido del Lyon-Duchére será, ya en su Liga, ante... el Lyon II. Y para disputarse con ellos, líderes, el primer puesto.

Cuadro completo de 1/32 de Final, aquí.

Para este post se consultaron las webs de L'Equipe, de Le Télégramme, de Le Progres, de la Federación francesa de fútbol y de las webs oficiales de los equipos.

PARA SABER MÁS:
Los modestos soldados de Rennes, por Tomàs Martínez.