jueves, 6 de febrero de 2014

Regresión atlética

Fue una noche sorprendente, una recaída cuando menos podía esperarse. En la ida de las semifinales de Copa, el Atlético visitaba el Bernabéu sin taras posibles. Llevaba dos asaltos seguidos al estadio madridista y llegaba luciendo su recién estrenado liderato.

Y lo que se vio fue decepcionante para los atléticos e imprevisto para todos. El Atlético, de pronto, parecía ser el de otra época, cercana en tiempo pero lejana en sensaciones. Parecía un equipo del precholismo. Aquel que al encararse con el Madrid renovaba ánimos para acabar repitiendo tropiezos.

El equipo evidenció carencias olvidadas. No controló ningún aspecto del juego. Muchas veces un equipo es capaz de dominar el partido sin poseer la pelota. Es cuando ese equipo consigue que solo pase lo que quiere que ocurra. Anoche, eso que el Atlético sabe hacer tan bien desapareció, sin posesión ni control.

En defensa el Atlético se mostraba atareado. Más aún, se sentía sometido. Para colmo, como otras veces, la suerte tampoco ayudó. Dos goles de los tres goles llegaron en disparos desviados por la defensa. Su juego se quedaba indefinido y su ataque mal articulado, precipitado, con un Diego Costa que a fuerza de descentrar a los rivales se descentró a sí mismo, pendiente más del choque que del juego. Ya con 2-0 fue amonestado, quedándose sin poder jugar la vuelta. El más difícil todavía. Todo acabó torcido y el Atlético no pudo más que resignarse. Como tantas veces antes, como pocas ahora.