lunes, 14 de septiembre de 2015

El Chelsea más confuso

En 5 partidos el Chelsea ha sumado 3 derrotas. Hay más. El liderato, en manos del Manchester City, ya está a 11 puntos de distancia. Son unos números desoladores para un equipo vigente campeón de Liga. Y sin embargo, hay algo peor que los resultados. El juego del equipo preocupa y desconcierta a partes iguales.

El desplome del Chelsea es tan súbito como para haber sido previsto. La derrota en la Community Shield ante el Arsenal, la primera ante Wenger, se está mostrando más indicativa que accidental. El comienzo de Premier League es impropio de un campeón. Un campeón construido, además, por Mourinho. Los terceros años de Mourinho en un club tienen tanta fama como los segundos. Si las segundas temporadas son excelsas (Champions con el Oporto, triplete con el Inter o Liga con récords con el Real Madrid), las terceras acaban intoxicadas. Es cierto que en su anterior etapa Mourinho comenzó una cuarta campaña con el Chelsea, pero el ambiente venía enrarecido, en un año (2006-07) con dos Copas nacionales pero sin la Premier (Manchester United).

Ahora mismo, el equipo parece desorientado y confuso. El efecto inmediato es que el propio aficionado se siente confundido ante el panorama. El Chelsea, más creativo o más directo con la pelota, siempre se distinguía por controlar los partidos, por su autoridad. Era un equipo muy seguro y sólido. La convicción parece perdida y todos buscan la razón. Ante el Arsenal el equipo se vio impotente, ante el Swansea resultó dominado, ante el City sorprendido y ante el WBA fue irregular. El Crystal Palace le jugó sin miedo y el Everton, junto, concentrado y decidido, ató a un Chelsea romo. Porque el equipo de Mourinho no solo está siendo inseguro atrás, sino que también llega a ser inofensivo en ataque. 

La disfunción colectiva tampoco encuentra respuestas individuales. Están las dignas excepciones de Courotis y Begovic en la portería y de Pedro. Por lo demás, nadie está en un estado de forma reconocible. La línea defensiva, lejos de temible, parece asustada. Terry ya ha vivido demasiados sobresaltos e Ivanovic anda castrado. Montero y Bolasie lo pueden decir. 

Fàbregas toca, pero no profundiza. Ni juega ni hace jugar a un equipo plomizo y previsible que encadena pases con mucha rutina y nada de ingenio. Su socio y complemento, Matic, parece perdido y el partido ante el WBA pudo ser el más caótico de los que haya jugado nunca.

A partir de ahí, cuando la contención se agrieta y la mente se enturbia, la maquinaria chirría. Hazard no logra rebelarse y es otra víctima de la inercia. Sus arrancadas potentes y hábiles, capaces de perforar cualquier defensa, no aparecen como solución temporal. Con el juego embarrado, Diego Costa queda minimizado y comienza a crisparse.

Hay tantas cosas imperfectas que no parece que el Chelsea sea el vigente campeón de la pasada Premier. Un equipo que solía ser solvente y que hasta tuvo momentos  de brillantez. Un equipo fiable, contraste de un City poderoso pero despistado. Esa fiabilidad le hacía peligroso. Hoy no lo es. Y este sábado recibe al Arsenal en Stamford Bridge.

viernes, 29 de mayo de 2015

El Hamburgo sufre y el Karlsruhe avisa

El Hamburgo empató en casa a goles. Lo que siempre es una mala noticia en una eliminatoria fue un respiro para el equipo de Bruno Labbadia. Esa es la realidad para un Hamburgo que de momento no logra redimirse en la promoción. Más bien, el partido de ida fue un perfecto muestrario de sus defectos. Bien lo disfrutó un gratificante Karlsruhe, que se adelantó pronto y casi encarrila la eliminatoria. Al final no pudo ni aguantar la ventaja, pero no deberían verse afectados por eso. Jugaron suficientemente bien para mantener su confianza intacta.

El partido se abrió pronto gracias a que Hennings quiso mostrar el motivo de sus 17 goles en Liga, los que le hicieron máximo goleador. La maniobra para el 0-1 fue maravillosa, dejando correr la pelota en un perfecto dominio del espacio y ajustando al máximo el remate cruzado. El delantero, canterano del Hamburgo, no dudó en mostrar su alegría y dejó ver al ex del St. Pauli. El gol suele ser un golpe anímico, bueno o malo según si se marca o se encaja. El Hamburgo lo asumió con impacencia. Era la primera parte de la ida y jugaba como si fuera la segunda mitad de la vuelta. La necesidad no le benefició en nada y era incapaz de profundizar por falta de ideas y exceso de imprecisiones. Lasogga, sin opciones colectivas, fabricó la gran ocasión local. Mientras, el Karlsruhe se mantenía tranquilo y fuerte con su 4-4-1-1, defendiéndose con rigor y alargándose con confianza. Hennings tenía presencia, Torres encaraba, Nazarov cuidaba bien la pelota y los laterales se asomaban. En una de esas incorporaciones, de Max, llegó un momento crítico: doble remate al larguero.

El Hamburgo se tambaleaba. El empuje parecía su única respuesta. Marcelo Díaz, eje en el medio, trataba de contagiar su fútbol, darle serenidad, orden y calidad a las posesiones de su equipo. Pero el panorama que le rodeaba hacía que el chileno fuera insuficiente. Nervioso y ansioso, el Hamburgo insistía. Quería empatar sin saber cómo, hasta que un hilo de claridad llegó tras un despiste defensivo del Karlsruhe, que dejó demasiado suelto a un Ilicevic que empató. Un alivio para un equipo angustiado. El 1-1 le deja en desventaja en la eliminatoria, pero aplazó un desastre que igualmente cada vez se ve más cercano. El Hamburgo parece preso de sí mismo desde hace mucho. Y el Karlsruhe se muestra preparado para aprovecharlo.

miércoles, 22 de abril de 2015

El Bayern más certero jugará las semifinales

El túnel de vestuarios estaba cargado de una atmósfera que mezclaba concentración y sobriedad. No había distensión, pero tampoco se veía miedo. Responsabilizados y mentalizados. Así parecían salir los jugadores del Bayern. Unos jugadores que tardaron muy poco en añadir efectividad a esa sobriedad. Fue un equipo imparable para el Oporto. 3-0 a la media hora, 5-0 al descanso y 6-1 al final. El Bayern remontó el 3-1 de la ida con una suficiencia desmoralizadora ante un Oporto impotente.

Guardiola apostó por lo que podría dibujarse con un 4-2-3-1. Con Lahm en el extremo derecho y Bernat y Götze repartiéndose el izquierdo, el Bayern buscaba la amplitud. En el medio, Xabi mantenía la posición mientras Thiago iba y venía. Por el camino, el hispano-brasileño se movía como quien describe una coreografía bailando con la pelota, con ese punto armonioso. La recibía, la escondía y, 'tic', la picaba para un compañero. Correteaba y jugueteaba libre, y con esa misma libertad hizo el 1-0, un cabezazo incorporándose al área. Fue en un centro de Bernat, resaltándose a su vez ese juego amplio que buscaba el equipo. Como nueva muestra de la importancia de las bandas, el 2-0 vino precedido de una jugada en la que conectaron Bernat y Lahm. El córner posterior lo cabeceó Boateng. Desorientado el Oporto por el panorama, Lopetegui habría pedido un tiempo muerto de haber podido, una pausa para asimilar los acontecimientos. Sin esa posibilidad, su movimiento fue el de cambiar a Reyes por Ricardo. El 3-0 contó de nuevo con Lahm, pero además premió a los dos jugadores ofensivos que quedaban por presentar. Müller y Lewandowski ya habían conectado antes, en una doble ocasión con parada de Fabiano y tiro al poste. No es nuevo que ambos, por sí solos, son capaces de desmontar a las defensas rivales. En el tercer tanto, combinaron de lujo para el testarazo del polaco.

Tras todo ese acierto rematador había un equipo, el Bayern, que dominaba. Lo hacía seguramente del mejor modo posible: con continuidad pero si angustiarse. Con más paso seguro que ligero. Además, desactivaba rápido las salidas que intentaba el Oporto cuando recuperaba. Todo iba de cara y el 4-0 lo confirmó: un tiro de Müller fue desviado por Martins Indi y el balón, encima, se coló por debajo de las piernas de Fabiano. Aún quedaba el 5-0.  Los goles fueron llegando de manera irresistible, como si no fueran más que una consecuencioa inevitable. Sin forzarlos por los atacantes y sin ser detectados por los defensas. Fueron ocho tiros entre los tres palos en la primera mitad. El margen de error fue mínimo.

La segunda parte quedó como un compromiso que cumplir. La desmotivación pudo haber sido el gran enemigo del Oporto, pero no fue así. Lopetegui varió el dibujo y con la entrada de Neves por Quaresma pasó a un 3-5-2 que le hizo dominar el juego. La posesión, amplia para el Bayern en el primer tiempo, se decantó para el Oporto tras el descanso. Con la pelota, circulándola, los portugueses no se abandonaron al fatalismo y sin mirar el resultado no quiseron dejar de competir. El premio fueron unos minutos de intriga imprevista. Marcó Jackson Martínez y aunque aún necesitaba dos tantos más, el Oporto llegó a preocupar. Un tiro junto al poste de Jackson pudo inventar un final de partido sorprendente. El delantero colombiano se hizo enorme en esos minutos. Al final, en la misma jugada se cerró cualquier amago de resurrección. Marcano recibió la segunda amonestación por una falta que transformaría Xabi Alonso.

El Bayern fue capaz de superar un momento delicado y proseguir en la competición que más engrandece a un equipo. Con su planteamiento, calidad y efectividad desorientó al Oporto, golpeado en la primera parte y orgulloso en la segunda.

Pep Guardiola, entrenador del Bayern: "Estamos muy, muy felices con nuestra actuación, especialmente tras las recientes semanas en las que teníamos problemas para marcar. Podemos jugar mejor incluso. En la segunda parte el Oporto cambió su sistema y tuvimos problemas. En la Champions League nunca puedes desconectarte. Thiago jugó muy bien. Su fortaleza es su mentalidad. Después de un año fuera está de vuelta y haciéndolo realmente bien".

Julen Lopetegui, entrenador del Oporto: "No jugamos bien en la primera parte. Tenemos que recordar esto en términos de experiencia. Hay 300 o 400 partidos de diferencia entre ambos equipos. Sabíamos que intentarían usar las bandas. Hemos estado excelentes durante toda la competición. Tenemos un equipo joven y nos recuperaremos".

Declaraciones de UEFA.COM.

domingo, 12 de abril de 2015

Competir tras someter

Como es normal, uno no siempre coincide con las valoraciones de Luis Enrique. Esas ocasiones responden ante algún análisis, en mi opinión, demasiado positivo en algún partido concreto. Esta vez, sin embargo, tras el empate a dos entre Sevilla y Barcelona en el Sánchez Pizjuán, sí suscribo sus palabras. “En la primera parte fuimos netamente superiores, con muy buen fútbol. Lástima los 3' en que perdemos el control. La segunda es una parte más disputada, equilibrada, en la que los dos hemos tenido opciones pero ninguno ha sido superior", resumió. Esa fue mi sensación en directo y, echando un segundo vistazo, la he confirmado.

El Barça sometió al Sevilla con presión, anticipación y posesión. Los de Emery parecieron salir con más cautela que combatividad, pero cualquier intento por rectificarse era difícil con ese Barcelona funcionando a tope. El Sevilla se revitalizó con el 1-2 y estresó al Barça antes del descanso. Tras él, el Sevilla mantuvo su mejor cara y el Barça, sin el dominio de sus mejores minutos, supo aguantar. Los errores individuales penalizaron el trabajo colectivo. Es esta segunda parte la que más me interesaba repasar. ¿Hasta qué punto desbordó el Sevilla? ¿Cómo decayó el Barça? ¿Hubo vuelco o equilibrio? Con esas dudas visioné ese segundo tiempo y pude ir respondiendo a esas cuestiones.

La continuidad pretendida. El inicio de la segunda parte fue positivo. Así, el Barcelona salió bien mentalizado. Cuidaba las posesiones largas, buscando y encontrando a Iniesta, enlace entre defensa y ataque. Precisamente en una de esas intervenciones Iniesta primero y Luis Suárez después tuvieron el 1-3 ante Rico. El Barcelona habría cerrado el partido a través de un buen regreso del descanso.

Pese a eso, la actitud del Sevilla ya se veía distinta. Fue avanzando sus líneas y a veces encadenaba aproximaciones. Eso, claro, provocaba espacios que intentó aprovechar el Barça en alguna transición rápida Iniesta-Messi. Con un rival más incómodo, el Barça nunca perdió su predisposición a la posesión para volver a recuperar el dominio y enfriar al rival. El equipo intentaba volver al escenario de la primera parte, con control, anticipación y recuperaciones adelantadas. Lo lograba por momentos, pero el Sevilla no permitía su continuidad.

El liderazgo de Aleix Vidal. El Sevilla, ya decimos, subía sus líneas y, más allá del posicionamiento en sí, se exhibía con más vigor. Ahí, la agresividad y velocidad de Aleix Vidal inflamaba a su equipo hasta el punto de ser el jugador que verdaderamente podía resultar incontrolable para el Barcelona. Tanto fue así que él sería quien asistiera más adelante para el 2-2 de Gameiro.

La resistencia. Cuando al Barça le tocaba recibir las embestidas sevillistas lo conseguía resolver con general acierto, aunque hubiera algún desajuste puntual. El equipo era apretado y exigido, pero no acababa de ser desbordado. La concentración era buena y las vigilancias no fallaban. En esta faceta cabe señalar a un Mathieu poco sutil pero atento y contundente, con trabajo pero bien resuelto. Así podríamos caracterizar al Barcelona cuando el Sevilla, vertical y decidido, salía al ataque. Todo ese intercambio de intenciones quedó superado por un accidente, el mal pase de Piqué que activó a un Reyes rápido y participativo para tocar a la carrera de Vidal para el gol de Gameiro.

El cambio. En esa segunda parte de alternancia, Luis Enrique quiso reforzar el control con la posesión. Sobre todo, según lo visto, hacerla continua y no por fases. Así, se juntaron Xavi y Busquets en el centro con Iniesta y Rakitic en los interiores. Messi, como siempre, era otro centrocampista que sumar, el quinto. Ese intento por ganar dominio y enfriar al rival no surtió efecto. El Barça no conservó más o mejor la pelota y prevaleció el ímpetu del Sevilla. Surgen dos preguntas sobre la naturaleza del cambio y a la identidad del sustituido. En cuanto a lo primero, otras veces Luis Enrique se ‘abandonó’ al intercambio de golpes, lo aceptó con agrado, como el día del City en el Camp Nou (“si el rival prefiere arriesgar, con el potencial que tenemos arriba, no les voy a decir que se paren"). Ayer no. Puede deducirse que fue debido al respeto que le daba el poder y velocidad del Sevilla, con Vidal como paradigma de esa amenaza que preocuparía a Luis Enrique. Referido al sustituido, se trató de un delantero. En concreto, Neymar. Con un Suárez cegado en el remate y un Neymar ligero y hábil, es normal cuestionar si el brasileño debió ser el jugador cambiado. De cualquier modo, aunque el cambio no tuvo los efectos buscados, con la jugada del 2-2 como gran detonador imprevisto del plan, su intención era razonable.

Sabor final. Aunque este empate sea más convincente que las victorias precedentes, distingo dos motivos por los cuales el partido dejó una mala sensación. No son otros que el juego y el resultado. La actuación espléndida del Barça en gran parte de la primera mitad jugó luego en su contra. Hizo parecer que la segunda parte se jugó peor de lo que realmente se hizo. Y por todo lo ya explicado se jugó una inferior pero buena segunda mitad. Luego, el empate cerca del final que dejaba próximo al Madrid y sin premio a tantos buenos minutos no puede provocar otra sensación que la frustración y la rabia. Todo junto hizo del postpartido algo más amargo que lo que dictaría el juego.


lunes, 26 de enero de 2015

Parece real

Era familiar. Era extraño. Lo que suena a paradoja no lo es tanto cuando ha pasado mucho tiempo. Cuando actitudes y comportamientos habían quedado atrás para convertirse, eso se suponía, en nostalgia. Y, de repente, cobran vida en el presente.

Es una sobremesa de descanso activo. Miro el reloj. Sintonizo la radio (adiós transistor, hola smartphone). Busco bufanda y guantes para el frío. Preparo las entradas. A falta de media hora de las cinco de la tarde salgo para el estadio. Esto significa cruzar la calle. Llego a la fachada y mientras espero, ocurre. Me veo a mí mismo en una tarde cualquiera, con una visita de tantas: Sporting, Salamanca, Elche, Eibar… La afición llega, se concentra, entra. A la derecha, las taquillas por las que tanto pasé. “Una de Grada Lateral”. A la izquierda, los tornos.

Pero había algo ayer, como el reflejo que muestra la realidad sin ser la realidad en sí misma. La tarde era eso, un reflejo. Aquella Grada Lateral vacía, como un memorial de piedra. Mirando desde la distancia lo que fuimos. En el partido todo es recuerdo. Al rival albinegro ahora le toca vestir de rojo en el corazón grana. Sin realeza en La Condomina es ahora cuando su sangre se ha vuelto azul. La época de derbis de tensión compartida deja paso a la placidez y a la fatalidad, según el bando. No quedan goles salvadores de Aquino que mantengan el honor regional. Ningún cruce de improperios entre aficionados de Cartagena y Murcia. 

Ahora los tiempos son otros. Por la banda de Juanma esprinta Piojo. En el área Javi Gómez busca el gol con la maña que antes lucía Loreto. El mediocampo que apuntalaban Acciari y Tito lo ponen en marcha Checa y Chavero. UCAM y Real, apellido común. Poco más los asemeja en un campo que ya no está coronado. En él volví a respirar su aire, su aroma. Ese que siempre ha mezclado césped y tabaco. Que envuelve al partido, que acompaña al aficionado. Que lo hace todo tan conocido y familiar. Parece real.

jueves, 1 de enero de 2015

Manchester United y Arsenal decepcionan

En Navidad, la Premier League es tan apasionante como exigente. Los partidos se suceden y las rotaciones y el desgaste complican la continuidad de alineaciones y resultados. Los grandes no se libran de ello y el día de Año Nuevo fue una jornada de tropiezos. Antes de la impactante goleada del Tottenham al Chelsea, Manchester United y Arsenal tuvieron un amargo estreno de año, obra y mérito de unos convincentes Stoke y Southampton.

Stoke City 1-1 Manchester United
En el partido que inauguraba la Premier en 2015 el Stoke se ganó un punto con toda justicia y que pudieron ser tres. Con un planteamiento bien definido, los de Mark Hughes apostaron por el repliegue y lo hicieron con efectividad, bien reafirmados por el tempranero 1-0 de Shawcross. Fue un trabajo colectivo y concentrado. Los extremos, Walters y Arnautovic, ayudaban a los laterales, los medios, N'Zonzi y Whelan, vigilaban a los interiores del United y los centrales, Shawcross y Muniesa, salían a presionar y a anticipar. Con todo, el United tocaba pero sin ideas, dando lugar a un equipo lento y poco incisivo. Un recurso recurrente pero ineficaz fueron los centros al área, balones sencillos que iban directos a los guantes de Begovic. Agradó Falcao, activo desde el principio pero desacertado. Pese a eso, lo mejor fue que el colombiano insistió y se fue entonando. De paso, rescató el empate cazando un balón en el área. Su cambio en la segunda parte sorprendió porque su participación aún podía ser productiva. Por lo demás, en defensa los de Van Gaal se tambaleaban con una inseguridad persistente por culpa de errores individuales. Jones, Smalling y Evans dejaron dudas. Con un Stoke predispuesto al repliegue y a la salida en largo, la defensa tembló.

Mark Hughes, entrenador del Stoke: "Creo que fuimos mejor equipo. Por ocasiones creadas y presión estuvimos más cerca de marcar. Jugamos nuestras cartas (buscar balones largos). No era el día para bajar la pelota. Creo que tácticamente dimos en el blanco. Los jugadores lo hicieron genial hoy".

Louis Van Gaal, entrenador del Manchester United: "Empatamos y pienso que no merecimos más. Ellos estuvieron más cerca del gol que nosotros. Tuvimos mucho espacio y tiempo para crear. Pudimos jugar mejor. Los centros no fueron muy buenos. Tenemos que jugar mejor fuera, para mí no hay diferencias entre jugar en casa y hacerlo fuera".

Southampton 2-0 Arsenal
En lucha directa por las plazas Champions (cuarto contra quinto, empatados a 33 puntos), el Southampton ganó al Arsenal por una razón principal: tuvo la solidez defensiva que nunca encontró su rival. Y eso que la primera parte transcurría con igualdad, con posesiones alternas y ambos equipos replegando sin balón. El desequilibrio llegó con el primer fallo defensivo, del Arsenal. Szczesny salió donde no debía, Koscielny se quedó en zona de nadie y Mané se marcó un Vieri. En el 2-0 Szczesny falló de nuevo por precipitación y despejó con el pie regalando el balón a Tadic. Solo unos momentos antes Forster había evitado el empate con una sobresaliente estirada, enorme bajo palos. De la fragilidad el Arsenal pasó al descontrol y finalmente a la impotencia. Con un banquillo de circunstancias apenas había margen de maniobra en ese sentido, poco más que un Walcott sin influencia. Durante el partido Alexis fue el más punzante. El Southampton acabó cómodo, encontrando con facilidad salidas peligrosas. Pellé no tuvo su día y remató dos veces a los palos y Debuchy le negó otro gol sobre la línea. Bertrand regresó al once con soltura, con buenas incorporaciones, y Wanyama acabó como gran líder en un mediocampo, recordemos, sin Schneirderlin. El Arsenal acabó perdido. Mientras... the Saints go marching in.

Ronald Koeman, entrenador del Southampton: "Quizá sea la victoria más importante de la temporada. Tuvimos que marcar más goles, pudimos matar el partido en la segunda parte. La organización del equipo fue espectacular, el Arsenal tuvo mucha posesión pero no crearon mucho. Tuvimos un buen espíritu y presión. Forster hizo una-dos paradas fantásticas en momentos importantes. Hasta el 1-0 el partido estaba equilibrado. Tras el gol, estuvimos más cómodos y ellos tomaron más riesgos. El 2-0 fue un feliz regalo de Año Nuevo del Arsenal".

Arsène Wenger, entrenador del Arsenal: "(Sobre la amarilla a Gardos) Si un uno contra uno ante el portero no es ocasión de gol no sé cuándo lo será. No defendimos bien, tuvimos el control del partido pero concedimos, tan simple como eso. El Southampton defendió bien, el portero estuvo bien, pero solo podemos mirar nuestra actuación defensiva. El equipo dio mucho pero no puedes permitirte este tipo de errores a este nivel".

*Las declaraciones de los cuatro técnicos han sido tomadas de Sky Sports.